Prisión perpetua para Federico Núñez: un grito de desahogo y el recuerdo imborrable de Mónica Ramos
En una sala repleta, con llantos, dolor e impotencia el Tribunal dio a conocer el veredicto por el asesinato que ocurrió el 3 de marzo de 2020. Antes, el único acusado negó y juró que no es responsable del hecho. La Fiscalía pidió que se abra una compulsa para determinar si hubo más implicados.
Este martes se realizó la cuarta y última audiencia del debate oral por el homicidio de Mónica Edith Ramos, de 61 años. Fue la jornada más extensa y cargada de emociones. Para la familia de la víctima, también para la del imputado, Héctor Federico Núñez, y para la comunidad de San Luis, que desde el primer momento se vio conmocionada por la brutalidad del hecho.
A las 21:22 el Tribunal integrado por Adriana Lucero Alfonso, Fernando de Viana y Virna Eguinoa regresaron a la sala tras un cuarto intermedio que duró menos de una hora. Volvieron con la decisión en las manos. Una resolución que la familia de la docente pidió a gritos durante dos años y siete meses. Níñez, de 35 años fue condenado a prisión perpetua.
Muchas de las preguntas e interrogantes que tuvieron a lo largo de 31 meses pudieron encontrar una respuesta. Y aunque ninguna de esas certezas les devolvería a Mónica, una sensación de alivio se sintió esta noche cuando se leyó la sentencia. “Lo lograste Martín”, se escuchó a lo lejos. Aplausos, llantos y abrazos invadieron el recinto.
Núñez se tomaba la cara. A la familia, que confió en él hasta el último momento, la envolvió la tristeza. El hijo de la víctima, en medio de la impotencia que lo acompañó durante los cuatro días, quiso ir hacia él. Pero sus amigos y la Policía se lo impidieron. “Asesino” y “justicia por Mónica” también se escuchó.
Núñez fue encontrado culpable de "homicidio doblemente calificado por ser con ensañamiento y criminis causa, y robo calificado por mediar escalamiento en concurso real". Seguirá detenido en el Servicio Penitenciario provincial.
Pero las emociones en el cierre del debate oral habían comenzado por la mañana. Cuando la abogada del acusado, Mirtha Esley había manifestado que este iba a declarar por primera vez. Y así ocurrió después del mediodía. Juró que era inocente, pidió el esclarecimiento del caso, apuntó a una de sus ex parejas y a un efectivo de la Policía, y cuestionó la investigación.
Además de él, testificaron dos parejas que tuvo y la novia actual, al igual que su mamá. Lo mismo hizo el ex marido de Ramos, Balbino Rodríguez, el forense Gonzalo Mayor, una bioquímica de la Policía, Carla Rodríguez, y un amigo de la víctima, Lisandro Gutiérrez.
“Hoy estoy pagando un hecho que no hice”
Sin dudas era la voz más esperada a lo largo de estos 31 meses. Lo que reclamaban los familiares de la víctima. Fue la primera vez que contó su versión de los hechos y negó su participación en los hechos.
En un inicio dijo que lo haría porque había recibido agresiones, y que era uno de los que pedía “aclaración de este hecho semejante”. Asimismo, transmitió el “más sentido pésame” a los allegados.
“Sé lo que están pasando y viviendo. Siempre quise hacer la declaración. Siempre quise decir la verdad. (Marcos) Flores Leyes (juez de Instrucción) nunca me dejó”, siguió.
Aseveró en que no se trata de una estrategia. Y recordó que la noche del 2 de marzo estuvo con su novia, Luciana Godoy hasta alrededor de las 20 o 20:30, quien se fue porque se iba a jugar al fútbol.
Agregó que cuando salió vio que iba doblando hacia su departamento su ex, Florencia Allende, en el vehículo del padre. Se detuvo a contar que se sentía “presionado por parte de ella porque estaba debiendo un mes de alquiler”. Por eso, cuando vio el coche, se dio vuelta y se quedó. Apuntó que el auto frenó en su domicilio.
“Fue un instinto de irme de mi domicilio” y subrayó que pasó varias veces por la casa de Ramos porque estaba a la vuelta de la suya, y estaba esperando que la ex se fuera. Tenía miedo que ingresara para sacarle sus cosas, como supuestamente había intentado hacerlo en varias ocasiones.
“No andaba vigilando una casa y merodeando. Me dirigía a jugar al fútbol. Estaba con miedo que me sacaran mis cosas. Habré hecho un tiempo de 40 minutos o una hora hasta que me volví a mi domicilio. No estaba el vehículo. Fue como una tranquilidad. Sentí esa tranquilidad. Me sentía tan hostigado por esa persona”, insistió.
En la misma línea habló sobre otra de sus parejas recientes, Bárbara Karl. Ella le había prestado $10 mil pesos para pagar el alquiler porque el mes anterior no había cobrado el ART. Al día siguiente planeaba llevarle el dinero porque quería cortar con ese vínculo.
“Decidí salir a las 6 y media a entregar ese dinero (3 de marzo). Como pudieron ver, un móvil policial salía de un pasaje. Me dirigía hacia Sarmiento. Había una pareja discutiendo a los gritos. De chusmo me volví. Vi que estaba la Policía y seguían los gritos. Entonces ahí me fui a lo de Bárbara. Cuando voy llegando a Sarmiento, a dos casas había una camioneta blanca no recuerdo bien el modelo. Se bajaron dos sujetos. Uno de ellos me pidió mis pertenencias con un arma”, pormenorizó. Así justificó el morral que fue hallado en la escena del crimen y las cinco veces que lo registró esa mañana una cámara de seguridad.
Agregó a eso, la declaración de un oficial de la Policía, Matías Camargo, que según su criterio estuvo “muy armada”. Se trata de un efectivo de Científica que hizo una planimetría de la casa de la víctima.
Sobre él, dijo que “había tenido problemas”: “Tuve una relación o vínculo con la mujer de él. Yo no estaba enterado de esto. Una noche en un boliche me lo crucé con un amigo de él. Me dijo ‘ya te voy a agarrar a vos, no he tenido oportunidades de armarte una causa’”. Eso habría sucedido hace unos cinco años.
“Hoy estoy pagando un hecho que no hice” y rememoró que el día de la detención se encontró con integrantes de Investigaciones que le aseguraron necesitarlo para ser testigos, que sería solo “unos minutos”. Fue con su papá hasta la dependencia. Le dieron el oficio para que firmara y leyó su acusación.
En ese momento, se le quebró la voz: “No me conocen a mí. No saben quién soy ¿Por qué me están haciendo esto?”.
“¿Viste que te iba a enganchar en algún momento en algo?", transmitió que le dijo Camargo después.
Sobre el escalamiento, descartó la posibilidad por la mano con incapacidad que tiene, que fue operada y tiene un tornillo en el dedo.
Al momento del hecho planteó que quería establecer una relación seria con Godoy porque había sido “muy mujeriego” y estaba alejando a quienes lo querían. Subrayó que “quería hacer las cosas bien” porque se estaba “quedando solo por ser malo” con personas que estaban a su alrededor.
En relación a Ramos remarcó que la vio “una sola vez” y que no tuvo diálogo. Fue en la iglesia de la Medalla Milagrosa.
“Jamás tuve necesidad de nada. Tampoco me voy a ensuciar las manos por 7 u 8 mil pesos. Nunca tuve un altercado en la calle. Soy totalmente inocente de lo que se me acusa. Soy inocente”, volvió a decir. Martín escuchaba con desesperación e impotencia la declaración.
Sobre cómo se enteró del asesinato de Ramos, indicó que Allende le envió un mensaje esa tarde. Y negó episodios de violencia hacia ella: “Mis padres nos enseñaron a respetar a la mujer”.
“Se hicieron 54 pericias y nada coincide conmigo: cotejos de ADN e hisopados”, suplicó en el tramo final de la testimonial.
En referencia a la hipótesis y lo que conocía del caso, opinó que no se trató de un robo “por lo que se veía dentro de la vivienda”. Y además aclaró que ese día no tuvo el teléfono apagado, sino que había desconectado internet hasta las 13 o 13:30, porque estaba con su pareja y no quería tener problemas.
“Días previos o anteriores al hecho lo noté raro”
Bárbara Karp mantuvo una relación con Núñez durante unos meses. Se habían conocido a mediados de 2019 por “unos amigos en común”. Todo se extendió hasta febrero del año siguiente.
El acusado le había manifestado que trabajaba en Laboratorios Puntanos, aunque después del hecho se enteró que era mentira. Contó que en el último tiempo no se veían con frecuencia y comenzaron a distanciarse. Fue él quien le pidió “un tiempo” porque había sido despedido de su empleo.
Agregó que, si bien no se veían desde hace un tiempo, seguían en contacto: “Días previos o anteriores al hecho, lo noté raro. No tuve más contacto. Siempre quise darle un cierre, juntarnos para terminar y poder recuperar mis cosas. No nos poníamos de acuerdo o no estaba nunca en el departamento”.
“Nos hablábamos normalmente como para saber que estaba haciendo el otro. La noche anterior me dijo que se iba a dormir temprano porque tenía que presentarse al otro día al juzgado por algo del hijo mayor”, dijo en referencia al 3 de marzo.
En la mañana del hecho, precisó que le envió mensajes, pero “no le llegaban”. Recién pudo contactarlo alrededor de las 14 de ese martes. Le manifestó que “se había demorado en unos trámites en el centro” y le mencionó un asalto donde lo despojaron de su bolso.
Luego del hecho, fue hasta su departamento, aunque no ingresó. Desde ahí se fueron hasta la Plaza del Carmen para conversar. Anteriormente le había prestado $10 mil para pagar el alquiler.
Karp transmitió que fue “muy difícil” saber lo que había sucedido y no darse cuenta a “quién tenía al lado”. Y negó haber sido víctima de violencia física o verbal. “No lo considero agresivo, impulsivo puede ser o cambiante de humor”, añadió.
“Los ojos de Mónica eran sus hijos, era una mujer fuera de serie”
Lisandro Gutiérrez fue el segundo testigo de la audiencia. El hombre mantuvo una relación con la psicopedagoga por un año o un poco más. Se habían conocido en la parroquia de la Medalla Milagrosa. Fue en 2016, un año después de que él llegó desde San Juan.
“Era una relación amistosa, sana. No lo puedo enmarcar dentro de amistad, ni de amorosa común, pareja o amante. Largas charlas, todo sano, bonito lindo. Me compartía sus cosas y yo las mías”, graficó.
Gutiérrez indicó que no pudieron ni quisieron “hacer público el tipo de relación porque no se iba a entender”, porque “se hablaba de las diferencias de edades” y son cosas que no lograron “sortear”.
A su vez, explicó que visitó la casa de la docente, pero solo unas “cuatro o cinco veces” porque si bien intercambiaban mensajes habitualmente, no se frecuentaban. Para eso a veces iba en colectivo, taxis, el vehículo de una hermana o ella lo buscaba.
Aclaró que nunca tuvo llaves de la casa y que no tenía mucha información sobre el vínculo con el ex marido, Balbino Rodríguez, solo que la relación no era buena.
El hombre sí sabía sobre episodios que vivió vinculados a la inseguridad, aunque descartó que ella tuviera miedo. En una ocasión le había comentado de un auto negro en inmediaciones a su casa. Y otro donde la llamaron de Mendoza vinculados a su hijo Martín.
Gutiérrez expresó malestar por lo declarado por otros testigos en relación a que había estafado a Ramos o en referencia a que era una persona “oscura”. Reconoció que en una ocasión le pidió prestado 600 dólares para “comprar unas cremas” para desempeñarse en el lustrado de autos, pero cada uno o dos meses se lo iba devolviendo.
“Estoy viviendo algo que no es muy lindo. Se me acusa que la estafé. No es la relación que tenía con Mónica. Todo lo que vivimos fue consensuado (…) En ningún momento podría haber cometido eso con una persona que en mi vida fue maravillosa. Y entiendo que en su vida también lo fui”, sostuvo.
Por otro lado, afirmó que sus hijos desconocían la relación, pero sí estaban al tanto algunas de sus amigas. Y que el sueño de ella era “irse a vivir a Europa” y se lo propuso también a él.
“La recuerdo alegre cuando limpiaba, y ponía música. Los ojos de Mónica eran sus hijos. Los ayudaba como cualquier mamá ejemplar. Era una mujer fuera de serie. Es algo que todavía no lo supero, no lo acepto”, dijo, y la emoción lo acompañó en varios de los tramos.
En el cierre de su declaración apuntó a que ha “pedido mucho a Dios que se esclarezca”. Y que pese a no conocer a la familia le trasladó “el amor inmenso”.
“El vehículo estaba impecable, no se pudieron recuperar huellas”
La licenciada en Bioquímica, Carla Rodríguez intervino en la causa en relación a las pericias que se realizaron en el morral hallado en el ingreso a la casa y en el vehículo que apareció al día siguiente en la calle Balcarce.
Respecto al bolso, mencionó que no tenía algún indicio del incendio, no se veía hollín ni tampoco olor a quemado, ahumado o humedad.
Fue consultada sobre la fórmula que estaba escrita en un papel dentro del elemento y expuso que eso no serviría para la propagación de un incendio, sino que la solución “sirve de limpieza” porque “tiene la capacidad de saponificar las grasas, como para disolverlas”.
Sobre su constitución al encontrar el vehículo indicó que les llamó la atención que “estaba impecable” y no pudieron recuperar huellas.
Un hombre extrovertido, narcisista, disociado y mendaz
El médico forense del Poder Judicial, Gonzalo Mayor fue quien actuó sobre la pericia psiquiátrica sobre el imputado. Por eso, le exhibieron el informe elaborado por él.
Hizo alusión a que tenía rasgos compatibles con extroversión, que es la “facilidad que tiene una persona de socializar”. A eso sumó una “falta en desarrollo de emoción, que es compensado por la parte intelectual” y que “busca contención en el otro”.
Incluyó además una “baja autoestima”, es decir, “la autovaloración que en este caso utiliza como mecanismo defensivo la sobrevaloración”.
Mayor describió que “el único momento de la entrevista cuando se lo vio congruente, fue cuando habla de sus hijos. En el resto hubo una disociación entre lo afectivo y emocional”. Señaló que consiste en “una división entre lo que cuenta y siente”.
Entre los resultados comentó que arrojó “alta” en lo que mide la mendacidad, y con esto “una tendencia a falsear o engañar”. Precisó que no puede calificarlo como mitómano, que implica una compulsividad.
“Su juicio crítico se encuentra conservado. No hay síntoma o signo que llegue a cumplir criterio diagnóstico. La forma de ser que nos lleve a cometer una acción no quiere decir que sea una enfermedad. Tiene una dinámica del tipo narcisista”, continuó.
Por otro lado, rememoró que en la pericia, Núñez le contó como “vivencias traumáticas” dos robos que sufrió. Sin embargo, consideró que este sentimiento “no se reflejó como signo”. Y descargó rasgos paranoicos, impulsivos y agresivos.
Otra de las declaraciones esperadas
El ex esposo de la víctima, Balbino Rodríguez habló sobre la relación tras la separación. Puntualizó que “era normal” y “casi sin contacto”. Nunca había recibido reclamos por asistencia económica para Martín y siempre colaboró cuando hizo falta.
Señaló que hubo discusiones, pero fueron “los primeros meses apenas se separaron”.
En cuanto al vínculo que mantuvo con la empleada de Ramos, Eulogio Vílchez, explicó que se originó por una aplicación de citas: “Hubo contacto por mensajes. Salimos, tomamos un café y nada más”.
“Nunca supe que era empleada de Mónica. Lo supe el día del hecho porque la vi al lado de casa. Creo que ahí vivía la abuela”, aseguró.
Sobre aquel 3 de marzo recordó que estaba trabajando y lo llamó su hijo “muy nervioso diciendo que se estaba prendiendo fuego la casa”. Cuando arribó estaban los bomberos. Quiso entrar, pero no lo dejaron. Un policía le dijo que “había un cuerpo femenino dentro”. Pero pensó que no era el de Ramos porque no estaba su auto.
“Ma, te lo juro por mi hermano que no tengo nada que ver”
La mamá de Núñez, Ana Gatica contó cómo se enteró del asesinato de la psicopedagoga y cómo fueron los días posteriores. Supo lo que había pasado el día siguiente mientras trabajaba, lo que generó “una conmoción”.
Sobre la detención de su hijo, recordó que el domingo 8 a la madrugada llegó un efectivo de la Policía, Javier Sosa, a su casa para hacer un allanamiento. Les leyeron un oficio y comenzaron con la labor: “No entendíamos nada”.
“Empezó una tortura”, graficó. E hizo referencia a la muerte de otro de sus hijos dos años antes de eso, producto de un accidente de tránsito.
“Les preguntaba a ellos qué buscaban, no se consumía droga, alcohol. Nadie explicaba ni decía nada. A cada rincón que iban yo iba detrás de ellos”, agregó.
La primera versión que ella tuvo sobre lo que pasó fue que había imágenes de Federico saltando una reja e ingresando a la casa de la docente. Ese domingo por la tarde fue a verlo a la Comisaría 6° y entró preguntándole “cómo pudo haber hecho eso”.
“Ma, te lo juro por mi hermano que no tengo nada que ver”, le había contestado él en ese momento.
Gatica también se detuvo en la mala relación que tuvo Núñez con la mamá de su hijo menor. Ratificó que estaba cobrando ART por un accidente por lo cual lo acompañó al banco en dos ocasiones. Y estaba al tanto del asalto donde le sustrajeron el morral, el mismo día que mataron a la docente.
“No estoy únicamente como madre de Federico, sino como alguien de la sociedad y pidiendo por favor la verdad de esto. Pido el esclarecimiento para que ella descanse en paz”, expresó. Y cuestionó el accionar de la Justicia en la etapa de instrucción, concretamente por las demoras.
“Estoy totalmente convencida que Federico no asesinó a Mónica Ramos”
La actual pareja del acusado, Luciana Godoy fue una de las últimas testigos citadas del debate. Detalló que lo conoce hace 20 años, en la época del secundario. Pasó el tiempo y no se volvieron a ver hasta 2017, cuando se cruzaron en un boliche y se pasaron los números de teléfono.
En diferentes momentos, cada uno tenía una relación y sólo compartieron salidas a comer como amigos.
Fue en 2019 cuando empezaron una relación “no tan expuesta”. Pero ella luego tomó la determinación de separarse porque frecuentaba muchas fiestas y era “muy mujeriego”.
“En marzo de 2020 se acerca a mi domicilio a decirme que me amaba, que quería formar algo conmigo. Coordinamos en que iba a su departamento. El 2 de marzo fui. Estuvimos hablando para tener algo serio y de verdad”, describió.
Ese día se retiró del lugar tipo 20:30 y quedaron en reencontrarse al día siguiente, donde él la acompañaría al médico e irían a desayunar.
A la mañana siguiente ella volvió al hogar de Núñez y se enteró que le habían robado. Después tuvieron una discusión. Y de esa manera, resaltó que estuvieron juntos hasta las 13, mientras se perpetraba el crimen de la docente.
El lunes siguiente se enteró de la detención y fue hasta la casa de los padres: “Les dije que había estado conmigo esa mañana si bien habíamos discutido”.
Godoy transmitió que él le juró no haber participado del hecho y que ella está “totalmente convencida que Federico no asesinó a Mónica Ramos”.
Un hombre violento, abusivo e impulsivo
La última testigo fue la mamá del hijo mayor de Núñez. Se conocieron en el 2006 y estuvieron de novios hasta el 2015. Al indagar sobre la relación y la personalidad del acusado, confesó que fue víctima de agresiones psicológicas, físicas y hasta sexuales. Enumeró agarrones de brazo, cachetadas y dos hechos de abuso.
Estos episodios no eran esporádicos, sino cuando pelaban o él estaba “drogado”. El menor de ocho años nunca fue reconocido por él y desde el hecho ha atravesado dolorosos momentos.
Tuvieron que cambiarlo de escuela y está con terapia psicológica. Incluso, ninguno de sus compañeros fue al último cumpleaños del pequeño. Ella también se mantiene con asistencia.
La joven reconoció situaciones de violencia, abuso e impulsividad. A eso sumó mentiras de forma constante, hasta con el nombre y la edad. U otros episodios donde dijo haber alquilado un auto y se lo habían prestado, y hasta con el título universitario cuando “no ha termina el secundario”.
En noviembre de 2019 cortó el vínculo por una situación de violencia que vivió su hijo y porque no respetaron los lugares donde debían permanecer.
Desde que está detenido, una sola vez se contactó con ella y fue para pedirle el número de Gatica.
“Siento vergüenza y tristeza por mi hijo. En la escuela no cuidaron eso. Fue el cumpleaños y no fue ningún compañero. Me da pena por todo lo que va a tener que vivir”, planteó, y consideró que por su personalidad pudo haber estado involucrado.
“Mató para robar y lograr su impunidad, y mató causando mayor sufrimiento en la víctima”
Ese había sido el lema que la fiscal, Virginia Palacios Gonella determinó en el comienzo del juicio. Fue cuando aseguró que, a lo largo del proceso, con las pruebas y testimoniales iban a poder comprobar lo que este martes ratificó.
Poco más de una hora se extendió con sus alegatos, donde reiteró el pedido para ampliar la acusación por robo calificado por escalamiento, en concurso real con homicidio criminis causa y homicidio con escalamiento, en concurso real con incendio. A raíz de eso, solicitó la condena a prisión perpetua.
Inicialmente se abocó a la teoría del caso y la “certeza” de lo que había anticipado la semana pasada. Aseveró que “los testigos dieron plena constancia y fe” de lo que trataron de reconstruir.
Desglosó sus argumentos sobre el lugar del hecho y manifestó que está probado el asesinato en la calle Belgrano al 110, que ocurrió el 3 de marzo de 2020. El comienzo de ejecución lo enmarcó entre las 6:30 y las 11 de ese día, y el hecho en sí entre las 11 y las 13:30. Se amparó en las declaraciones de la empleada, Eulogia Vílchez y la de una vecina, Nilda Torres.
Transmitió el deseo al Tribunal de una “sentencia aleccionadora” y siguió su exposición con más testimoniales que pasaron por el Poder Judicial. Entre ellas las vinculadas a que los martes y jueves Ramos permanecía por las mañanas en su hogar y que todo se dio en un escenario donde “una mujer estaba sola en su casa a expensas de una persona que la seleccionó cuidadosamente con un móvil de tipo económico”.
Entre las “tareas de inteligencia” del asesino, enumeró las idas y vueltas por el lugar, el encontrarse “en alarma”, permanecer “al asecho” y a la espera. Argumentó la comprobación de esto con “el material fílmico” y que “la licenciada Carina Bernal mostró en secuencias el paso de Núñez”.
Le dedicó unos minutos al “punto ciego”, es decir, el lugar donde no daban las cámaras y por donde habría entrado el implicado a través del escalamiento.
En la misma línea advirtió la acreditación porque en el debate exhibieron “el descenso que dejaron huellas de derrape de reciente data. Y presentaba dos puntos de apoyo: uno pegado a la pared para colocar mangueras y del otro un techo que presentaba hundimiento”. Mónica “solía dejar la puerta abierta” y es por donde tuvo posibilidad de acceder.
“No existió una fuente de investigación, sino varias. Aquí no es que se lo eligió al pasar. Se investigó una hipótesis familiar, un móvil pasional con Lisandro Gutiérrez. Se les secuestraron los teléfonos. A Vílchez también”, sostuvo sobre las declaraciones de Núñez más temprano.
“Se tomaron todas las declaraciones en torno a los mismos. No llegaron a ningún puerto. No es un capricho. Federico Núñez está sentado acá porque hay pruebas de que mató a Mónica Ramos. Entró y la neutralizó en el baño con 21 puñaladas. Estaba en el baño, en ropa interior, de entrecasa. Todas las lesiones presentaban la misma forma”, fundamentó.
Dijo que “no le bastó con un puntazo, sino que la neutralizó causándole más sufrimiento innecesariamente al punto tal de dejarla agonizando entre 8 y 10 minutos”.
“Si hay algo que la escena arrojó es el móvil. En un intento por hacer y llevar a cabo un crimen perfecto, generó focos ígneos, cuatro. En primer lugar, buscó en cada rincón de la casa. Los lugares más revueltos eran en su vestidor. No es una aventura afirmar que se desapoderó de dinero y bienes a Mónica. Luego de eso necesitaba borrar”, continuó.
Por otro lado, se abocó al bolso que estaba en la entrada a la vivienda y remarcó que “pertenecía a este señor”, por el acusado y “no existen dudas” de eso.
“Hay morral, el de él y estaba en el lugar porque él estaba ahí. Es quien mató a Mónica Ramos”, instó.
Palacios Gonella cuestionó la ausencia del padre Omar Britos, quien estaba al frente de la parroquia con la que colaboraba Ramos, y quien había manifestado a la hija, Pamela, que el implicado la conocía. El párroco había sido convocado y mostró reticencia a acudir a Tribunales. Hoy ordenaron una comisión para buscarlo, pero no dieron con su paradero.
“Es una vergüenza que no esté acá. Tendría que haber declarado. Sabía que Núñez conocía a Mónica Ramos”, criticó.
La fiscal volvió a hacer alusión a uno de los interrogantes iniciales: ¿Quién es Mónica? Y lo contestó: “Era y es para recuerdo de toda esta gente, una muy buena madre, una luchadora, una trabajadora, una mina que se la bancaba, que pudo afrontar un divorcio, que luchó por sus hijos, que tenía una relación envidiable con Martín, profundísima con Pamela. Fomentaba que sus hijos volaran”.
Fue otro de los momentos, que llenó de emoción la sala. Y en este contexto tuvo en cuenta que “nadie tiene derecho de arrebatar de esa manera la vida de una persona, menos con este ensañamiento, menos en un contexto de aprovechamiento por vulnerabilidad de su género”.
“¿Quién es Federico? de manera probada es una persona que tiene una altísima escala de mendacidad, ha mostrado ausencia de resonancia afectiva con el hecho, niega, oculta, falsea”, agregó.
“Núñez seleccionó cuidadosamente a Mónica por ser mujer”
El segundo en alegar fue Santiago Saín, el representa de los hijos de la víctima. El letrado había coincidido en la necesidad de ampliar la acusación, pero en su caso por alevosía y femicidio no íntimo. Se enfocó en fundamentar ambos ejes y adhirió a lo expuesto por la fiscal.
“No existen dudas de que el hecho existió y de la participación de Núñez. ¿Qué representó para Núñez, Mónica Ramos? Una persona vulnerable, porque la seleccionó, aprovechó y vulneró al extremo de matarla”, afirmó.
Se refirió también al tiempo de agonía, la cantidad de cortes y el incendio que el autor ocasionó en el lugar. Por eso, requirió una condena por homicidio triplemente calificado. Lo hizo bajó la visión de que “Núñez seleccionó cuidadosamente a Mónica por ser mujer, mayor de edad, jubilada, en una evidente relación de poder”.
Sumó disconformidad con el padre Britos por la “total desconsideración”: “No vino a colaborar con la Justicia y con una persona que si colaboraba con él”.
En lo referido al femicidio comentó que en San Luis no hay un caso testigo y hubiera sido un precedente, y ahondó en los hechos donde “el género es un factor significativo”.
En otro momento, razonó sobre “la posición exculpatoria” de Núñez, donde calificó la declaración como “desvirtuada” y que “se desvanece por la misma mendacidad de la que han hablado”.
“Creo enfáticamente en que hubo más de un autor en esto”
Mirtha Esley fue la última en alegar y lo hizo por más de media hora. Se trasladó a la primera audiencia donde había mencionado la teoría de la defensa de “negar la culpabilidad del señor Núñez, que creía en su inocencia y que no había elementos para poder adjudicarle algún tipo de participación”.
Seguido a eso, reprochó lo vertido por Palacios Gonella porque “desplegó una intercriminis que no se corresponde con las pruebas”.
“Está acreditado únicamente el tema del morral, el desplazamiento ante las cámaras, la muerte de la señora con un horario a determinar, y el auto abandonó la casa a las 13:20 horas”, enumeró.
En consonancia apuntó a que desde su experiencia siempre desmenuzaban el hecho, que era materia de investigación, y después “la subsunción en calificaciones que correspondieran”. Sin embargo, en esta investigación “se comenzó por las ramas, por los rasgos y no la raíz”, según dijo.
Desconfió además de la “memoria extraordinaria” de efectivos de la Policía a la hora de declarar dos años y medio después de su intervención, consideró que “es lo que consiguieron hacer y mostrarle al juez”.
Se detuvo en la falta de antecedentes de su defendido y su familia, y apuntó a Gutiérrez y Rodríguez, las ex parejas de la docente.
Esley reiteró que “no se pudo reconstruir el hecho porque no hay elementos que lo posicionen a Núñez dentro de la casa”.
Asimismo, expuso su creencia de que “hubo más de un autor en esto” y “la convicción de que fueron a buscar un pendrive que tan celosamente guardaba la víctima”. El argumento fue que “los puntazos dados no fueron al azar” sino que los agresores pretendían “una información que no la podían conseguir”.
“Me imagino que uno buscaba y el otro aplicaba la presión con el elemento punzante. No nos olvidemos que ha sido amenazada por mucho tiempo. Ella no quería dejar la casa sola. Temía que se encontrara algo. Ella tenía en su poder algo”, agregó.
Por otra parte, se acogió a que en el escalamiento “no hay perfil genético de mi defendido ni siquiera en el punto ciego, debajo de la terraza o escalando”.
“Creo en alguien que planificó, usó la inteligencia, borró las huellas y simuló el robo del auto. Todo eso son mecanismos de distracción. Se buscaba otra cosa. Fue torturada para buscarle información. No sé si consiguieron su propósito, si lo lograron”, especificó.
“Lo cierto es que no hay elementos que ubiquen a mi defendido dentro de la casa, por más mentiroso que sea”, definió.
Antes de concluir, la abogada indicó que “la única certeza es la muerte de Mónica y lo demás son hipótesis y conjeturas”.
“Creo que los asesinos están sueltos, y entre nosotros. No es un crimen de una sola persona, es imposible”, cerró.
Más responsabilidades, la última palabra y el veredicto
Tras la exposición de Esley, la representante del Ministerio Público Fiscal ordenó que se inicie una compulsa para determinar si hubo más implicados en el asesinato.
Seguido a ello, la jueza Lucero Alfonso le dio la posibilidad al acusado de decir sus últimas palabras. Él confirmó lo que había descripto más temprano: “Soy totalmente inocente, no he cometido ningún hecho semejante como se me acusa. Quiero justicia, no solo por la señora Ramos sino también por mí”.
El Tribunal pasó a deliberar para dar a conocer el veredicto a las 21:30, aunque se adelantaron. La presidenta del Alto Cuerpo comenzó a leerlo a las 21:23. Los tres concordaron en que el hecho estaba probado y que Núñez fue el autor, en la calificación, en los atenuantes y agravantes, y en el veredicto.
En ese plano, resolvieron condenarlo a la pena de prisión perpetua por “homicidio doblemente calificado por ser con ensañamiento y criminis causa, y robo calificado por mediar escalamiento en concurso real”.
Como atenuantes tuvieron en cuenta la falta de antecedentes y como agravantes “las circunstancias de tiempo, modo y lugar”.